Los muertos no se prestan dinero porque están tiesos.
Era tan duro de oído que partía los dientes con la oreja.
Carlos de Chicago se enamoró de María de los Ángeles.
Buscó una novia rica que le hundió en la miseria.
Era tan fea que todo el mundo intuía que se casó con ella por dinero.
Sentarse es fácil cuando me siento solo.
Al oftalmólogo el de ver le llama.
Ceacescu comía calamares a la rumana.
Las manzanas inmaduras se ríen de las caídas del árbol.
Ese nombre compuesto María de los Angeles me ha recordado un chiste. Era un toro enamorado de una vaca y separados por una valla. Un día se dice a si mismo que tiene que hablar con ella, así que toma carrerilla, salta esa vaya y dice: -¡Hola vaca! ¿ Cómo te llamas? - La vaca contesta - Me llamo María de las Nieves, pero puedes llamarme María porque las nieves las he dejado en las montañas. ¿Y tú, cómo te llamas? - Y responde el toro - Yo me llamo Pepito, pero puedes llamarme Pe porque el pito me lo he dejado en la valla cuando saltaba.
ResponderEliminar¡Me chiflan esos chistes blancos que de críos no hacían mucha gracia!
ResponderEliminarY de grandes, bien contados