Seguimos con Agustín...
"¿Qué es lo que amo cuando yo te amo? No belleza de cuerpo, ni hermosura de tiempo, no blancura de luz, no dulces melodías de toda clase de cantinelas, no fragancias de perfumes, de ungüentos y aromas, no manás ni mieles, no miembros gratos a los abrazos de la carne; nada de todo esto amo cuando amo a Dios. Y sin embargo, amo cierta luz y cierta voz, y cierta fragancia, y cierto alimento, y cierto abrazo cuando amo a mi Dios, luz, voz, fragancia, alimento y abrazo del hombre mío interior donde resplandece a mi alma lo que no se consume comiendo y se adhiere lo que la saciedad no separa. Esto es lo que amo cuando amo a mi Dios.
¿Y qué es entonces? [...] Pregunté a la tierra y me dijo: “no soy yo”, y todas las cosas que hay en ella me confiesan lo mismo. Pregunté al mar y a los abismos y a los reptiles de alma viva y me respondieron: “no somos tu Dios, búscale por encima de nosotros” [...] Entonces pregunté al sol, a la luna y a las estrellas. “Tampoco somos nosotros tu Dios que buscas”, me respondieron [...] Dije entonces a todas las cosas que están fuera de las puertas de mi casa: “decidme algo de mi Dios, ya que vosotros no lo sois, decidme algo de él”. Y todas exclamaron con gran voz: “Él nos ha
hecho”. (Libro X. cap. 6)
Llegados a estas alturas uno siente el impulso de comenzar a andar esta senda, la suya, pero tras los pasos de gente así.
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