Hay unos peces que viven en las profundidades abisales. Se alimentan del plancton microscópico, son transparentes, traslúcidos, con unos colores maravillosos en sus contornos. De una belleza inquietante, pues es una belleza creada para no ser vista.
Allá abajo no llega la luz, y si se les fotografía, fallecen.
Así son nuestras verdades más profundas. No podemos mostrarlas a la luz de los demás porque morirían. No todo el mundo entiende las razones profundas de nuestros amores, de los quereres, de las entregas personales. Tienen que vivir en la intimidad de nuestro corazón, y alimentarse de lo pequeño.
El mayor error es satisfacer los deseos propios...¿quién necesita más el amor, la joven que está esperando al príncipe azul que la conquiste, o el viejo libertino que pudre todo lo que toca?
¿Quién necesita más el pan, el pobre que le alimenta, o el rico que lo vomita?
No hay mayor miseria que no saber sufrirla.
Conténtate con lo que basta. No lleves en la maleta nada que sobre. Lo canta la letra: son más largos los caminos pa el que va cargado de más. Lo que no vaya contigo no lo perderás. Nada te pertenece, ni siquiera tu mujer, o tus hijos. En realidad, son signos que hablan de alguien más grande. Tú también eres un signo que trasciende tu propio cuerpo.
No guardes tesoros. Lo que tengas entrégalo a los demás.¡Libre!
El secreto de los peces abisales para sobrevivir a las grandes presiones que las profundidades determinan, es genial.
ResponderEliminarSimplemente dejan pasar el agua a través de su cuerpo y así están sometidos a presión cero patatero.
Una lección cojonuda.
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Las palmeras, al cimbrear, también siguen ese principio básico de la naturaleza.
Lista como una ardilla, la naturaleza.
Y ¿que haces cuando te supera la miseria que te ha tocado en suerte?
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