Ignoro si la felicidad es un derecho. Mi generación nació en 1957, y fuimos educados por unos padres que a su vez habían sido educados por gente que había vivido el odio de una guerra fratricida.
Mi abuelo fue bendecido por los vencedores de esa guerra. Alojó al general Mola varias veces en su casa , y llenaba de gasolina los tanques del ejercito a su paso al frente de Jaca.
Le concedieron la distribución exclusiva de los vinos Mendive en todos los cuarteles de la zona norte de España.
La caridad que, dicen, tuvo con algunos de su pueblo , los salvó de un fusilamiento seguro, no la tuvo con mi padre, al que desheredó por casarse con una Zabaldica.
Mis profesores eran jesuitas que habían vivido su expulsión de España, y regresaron de un mundo camuflados y con ganas de poner este país a los pies del Sagrado Corazón de Jesús a tortazos . La moral de nuestros padres , la ascética, y su doctrina, era rigorista, severa, excesiva. Cabezas muy sectarias.
Mi generación despertó al uso de razón con la vacuna de la tuberculosis. . Se educó sexualmente en la clandestinidad, algunos ni siquiera así. Recuerdo la explicación que me dio el padre Lucia. Convencido quedé que la fecundación era cosa de hacer pipí dentro de la rajita de una mujer. Me pareció algo repugnante, a pesar de que aquel hombre insistía en que ese placer era cosa de Dios.
"¿Qué placer puede haber en mearse dentro de una chica?, me preguntaba.
Leíamos "Corazón" . Dios me fue presentado en unas láminas entre llamas, demonios, y un mal carácter de cascarrabias muy principal . Conocimos el amor bajo el fuego cruzado de todas la penas que puedan imaginarse.
- En esto no hay parvedad de materia- sentenciaba el padre Lucia.
Y uno no sabía qué era eso de parvedad de materia. Por esa razón insistías en la confesión si una, dos, media, o tres cuartos.
Mi generación la formaron una gente que estaba convencida que el mal era la respuesta de la naturaleza a la pregunta "¿qué hacemos aquí?"
Esto era un Valle de lágrimas .Ahora resulta que la gente quiere ser feliz y reclama sus derechos. Este deseo inmoderado a algunos nos parece que como que no. Porque si levantas el faldón de nuestra camisa aparece en la ingle tatuado el herraje de una esas ganadería : A.M.D.G.
En nuestro paisaje infantil la técnica se reducía a un seiscientos , a bañarte una vez a la semana, a heredar la ropa de tus hermanos.
En aquel tiempo nos costó mucho distinguir lo heroico de lo fanático, de separar las nociones de castigo y venganza, de diferenciar la humildad y el sufrimiento.
En medio de la pertinaz sequía se hablaba de España escupiendo al pronunciar la "P", y profesores de Formación del Espíritu Nacional que medían apenas un metro sesenta exaltaban la raza a gritos de voces atipladas y bigotes perfilados a lápiz.
La nuestra es una generación donde nos enseñaron una fe atormentada , donde el placer estaba muy mal visto.
Muchas veces quiero desprenderme de todas esas capas , hasta que llego a la marca del hierro candente de esa ganadería , que a fuego quedó grabada.
Y no puedo.
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EL BARULLO: COMO UNA ORACIÓN EN LA CÁMARA DE GAS.
Pienso que el problema es la voluntad de controlar a los demás, especialmente a los de nuestra propia familia. Y en la familia especialmente a los hijos. Algunos padres utilizan la herencia para esto.
ResponderEliminar¿Qué es la felicidad? Como el "bien", las cosas simples no se pueden definir más que por sus efectos, que diría Moore.
Vaya cabronazo tu abuelo. Pero me apuesto algo a que no faltaba en la misa de los domingos y fiestas de guardar.
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