Al principio de la vida , uno miraba en la aurora de los ojos y se zambullía en el calor de la madre. Antes de aprender a leer, y de mancharte con la tinta de la lectura.
En los albores de los primeros años , cuando sólo eras un riachuelo alegre del que sólo te bebían a sorbos las manos huecas de tus padres . Escuchabas canciones, risas familiares.
Después llega uno de los primeros sufrimientos. Aprender a leer y a escribir. Un milagro. Juntar letras con esfuerzo, sílaba a sílaba, el dedo apretando el corazón de una letra, y el tartamudeo arrastrado de una pronunciación que se hacía difícil , incomprensible. Nada parecía tener sentido.
La lectura es un misterio. La escritura es otro. Entender el alfabeto, deglutir y masticar todas las palabras para hacerlas propias.
Una palabra tras otra, y otra más, y una frase, un párrafo...¡y la dicha de una luz nueva en los ojos que miran , ríen, entienden!
Hoy veo una partitura musical y sé qué significa ser analfabeto. No logro descifrar ese lenguaje de notas y claves. ¡Qué pena saber sólo leer y escribir un idioma!
Después caes en la cuenta que has caído en una trampa.
Porque descubres que te enseñaron a leer para obligarte a estudiar cosas que no te gustan .La obediencia precisa para llegar hasta el final de los estudios, hacer una carrera...y llegar a las puertas del desierto.
Llegados allí, la gran mayoría dejará de leer, formará parte de esa inmensa mayoría que no tiene un sólo libro en casa. Esas vidas que sólo viven la suya, si tenemos en cuenta que leer es vivir dos veces,o tres, o miles.
Pero aquí estamos, amig@, leyendo. Leeremos hasta la noche de nuestras vidas , y nunca estaremos solos . Tampoco seremos pobres, aunque no tengamos un euro.
Escribe y lee: y regala un libro incluso a esos que dicen no leer nunca. Puede suceder un milagro.
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