La lengua del piadoso banquero comulga a Cristo con su Cuerpo , su Sangre, su Alma, y su Divinidad.
"Amén" responde asintiendo al recibir la Hostia Santa , y requerirle el sacerdote con un "El cuerpo de Cristo".
Y, sin embargo, ese mismo banquero jamás le concedería un crédito a Lázaro a la puerta de la iglesia. Ni a Cristo.
Y , sin embargo, esa misma mañana iba a firmar la concesión de un crédito que hará llorar a millones de almas buenas.
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