De la misma manera que mil acordes acariciados por unos dedos sobre las teclas de un órgano, interpretando una sonata de Bach, no hacen una obra maestra.
O que una sencilla tortilla de senderuelas puede ser de una vulgaridad chunga, que mil ladrillos no hacen una casa, o que millones de besos no hablan de amor...mucha gente destroza a Bach, deshace tortillas, arruina edificios, o prostituye lo que toca.
Pero hay gente que no. Hay personas que hacen de su labor, de su trabajo, de su amor, obras maestras.
Y cuando estás cerca de gente así todo es más fácil: nadie nace enseñado en nada, pero se nota, ¡y mucho!, los buenos maestros.
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