Contemplo esta mañana las sobras de un yogurt que ayer quise cenar y olvidé en la repisa de la encimera.
Qué frío .
Qué tristeza: las sobras de la mitad que nadie va a probar. La soledad que no puedo compartir. El vaso espachurrado que soy yo. Los morros tuyos que no te relameras de gusto. Septiembre. ¡Qué convincente es la pobreza cuando se es pobre!
¡Jesús, vamos a remenar las papeleras de este barrio, que ayer se casaron en la parroquia y encontremos flores para llevar a tu madre!
¡Madre, déjame que te quiera de esta manera!
Ayer recordé que una vez escribí en tu blog que yo no tengo una devoción particular a la Virgen, me cuesta mucho, y fui "atacado" por algún lector. Lo recordé al releer en Mero Cristianismo un párrafo sobre la Virgen:
ResponderEliminar"Las creencias católicas sobre este tema se sostienen no sólo con el fervor inherente a toda creencia religiosa sincera sino (muy naturalmente) con la peculiar y, por así decirlo, caballerosa sensibilidad que un hombre experimenta cuando el honor de su madre o de su amada están en cuestión. Por eso es muy difícil diferir de ellos sin aparecérseles como un grosero además de un hereje".
Mi devoción a María tiene raíces que se sembraron en la infancia.
ResponderEliminarY no me cuestiono nada sobre ella.
Para mi María es madre..Sin embargo, no tiene nada que ver con devociones populares marianas.
Mi devoción a María tiene raíces que se sembraron en la infancia.
ResponderEliminarY no me cuestiono nada sobre ella.
Para mi María es madre..Sin embargo, no tiene nada que ver con devociones populares marianas.