He tenido unas cuantas conversaciones estas semanas donde , sin cortarse un pelo - porque facilito que se sinceren, la verdad- me han llamado "infantil", "tonto"...tantas veces, que uno ya dice "¡vale, hombre, vale!".
Pero no. No me enfado.
Soy un algo perdido en en esta tierra de listos, de desconfiados: pertenezco a ese "nosotros", las cosas pequeñas, las cosas perdidas que buscan a su dueño y que no tienen valor para nadie salvo para Dios, que sabe que andamos por allí, buscándolo: un trozo mal encajado, una sonrisa que se ríe de nada, la tristeza de los pobres, la boca desdentada.
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