- «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.»
- «¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.»
Pedro le niega , y canta el gallo. Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro (Lc 22, 61). Éste, saliendo afuera, lloró amargamente (Lc 22,62).
Bach en la Pasión según san Mateo lo reza de una manera conmovedora: Compadécete, Dios mío. A mis lágrimas vuelve tu mirada . Corazón y ojos lloran ante ti amargamente. Compadécete.
En Alemania se sigue la costumbre de no aplaudir al terminar las tres horas de oración escuchando esta maravilla.
Uno se imagina esa mirada de Jesús a Pedro desconsolado y sabe que hay , siempre, una salida, pase lo que pase.
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