Hay que prestar mucha atención a todo el mundo en esta vida y principalmente a aquellos que no creen en nada, a los desesperados.
A veces esa gente tiene toda la razón, por ejemplo, a aquellas personas a las que han arrancado el corazón.
Hasta el mismo fracaso en nuestras vidas libera una dulzura, como la dulzura de las flores: si la percibes una vez es suficiente.
A toda esa gente doliente hay que acercarlas para que sepan de ese dulzor.
No existe el fracaso. "Las lágrimas son la señal de una naturaleza desterrada a la imperfección y que quisiera apoderarse inmediatamente, en este mundo, de un paraíso revelado" (Baudelaire).
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