Jacques Piccard y Don Walsh consiguieron descender en el batiscafo Trieste hasta el mismísimo suelo de la fosa de las Marianas, la mayor profundidad abisal con más de 11 km, situada en el Pacífico Occidental.
Piccard divisó en el fondo arenoso lo que describió como un pequeño pez plano de unos 30 cm de longitud.
Hay vida en las profundidades de la fosa. Son organismos vivos unicelulares, una forma de plancton hasta entonces desconocida, y se calcula que dichos seres podrían haberse formado hace seis millones de años.
El problema en este lugar radica en la ausencia de luz y sobre todo en la enorme presión, mil veces mayor que en la superficie de la Tierra. Sin embargo, incluso el lugar más profundo de los océanos contiene vida.
Son seres transparentes, traslúcidos, de vivísimos colores en sus contornos.
Viven en la completa oscuridad, un rayo de luz los mata. Todo es silencio.
Así sucede con los motivos de algunos amores. Tienen que vivir en silencio y en la oscuridad. Si los sacaran a la luz y nos hablaran de ello, nadie los entenderían, y esa misma indiscreción los mataría.
Porque la gente los tomaría por locos, o perversos , incluso de estúpidos.
El amor es un misterio que importa solo a dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario