miércoles, 6 de abril de 2016

MEMORIA DE INFANCIA

Con  frecuencia  recuerdo  mi años de infancia. El  que  `puede  recurrir  a una infancia  feliz  está más  preparado  para vivir las resistencias  de  la vida. Así  lo  veo  yo.

Era bonito ser niño allí, y bonito, sobre todo, ser hijo de Marisol y Carlos . ¿Por qué era tan bonito? He pensado con frecuencia en ello, y creo que ya tengo la respuesta. Tuvimos dos cosas que hicieron de nuestra niñez lo que afortunadamente fue: sensación de seguridad, y buen humor.

Nos sentíamos seguros junto a unos padres que tanto se querían y que siempre tenían tiempo para nosotros, cuando les necesitábamos, pero que por lo demás nos dejaban jugar y retozar libremente por el maravilloso lugar que   Zaragoza representaba para unos chiquillos. 

Tal vez no se  quisieran tanto, pero así  lo percibíamos. Se  cantaba  mucho, se reía  mucho  y, lo que para  mi fue importantísimo, me dejaban  hacer  y decir  todas  las  tonterías  que  sabia hacer: contar chistes, imitar  a profesores,   zascandilear, ir de aquí para allá... 

Desde luego éramos educados con disciplina y en el temor de Dios, demasiado temor a Dios, la  verdad . Una fe  atormentada,aunque  muy confiada  en un Dios  providente: rosarios diarios, acciones de gracias en Misa  todos juntos arracimados alrededor de mi padre rezando el "Alma de Cristo..."

Así eran esos  tiempos. Pero en nuestros juegos disfrutábamos de una libertad estupenda, y nadie nos vigilaba. Y nosotros no cesábamos de jugar y jugar, rayando casi en el milagro que un día  cualquiera  no nos matásemos.

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