domingo, 10 de abril de 2016

JUAN

Lo cuenta Juan Pablo I:

Juan era cocinero. 

A la  entrada  de  la cocina  estaban echados  los  perros. Juan mató un ternero  y  echó  las vísceras  al patio. Los  perros  las  cogieron, se las comieron, y dijeron:  "es un buen  cocinero, guisa  muy  bien".

Poco tiempo  después, Juan  pelaba  los  guisantes y  las  cebollas, y  arrojó  las  mondaduras  al patio. Los  perros  se  alejaron  sobre  ellas, pero torciendo  el morro  hacia  el  otro lado dijeron: el cocinero  se  ha echado a  perder.Ya  no  vale  nada".

Sin embargo,Juan  no  se  conmovió  lo  más mínimo  por  este  juicio, y  dijo:

- Es  el amo  quien  tiene  que comer y  apreciar    mi  comida. No  los  perros. Me  basta  ser  apreciado  por mi amo.

Es  posible que  tengas  jefes  como esos  perros. Te alabarán  cuando las  cosas vayan bien,  darán saltitos de  alegría cuando te vean llegar  con el fruto de tu trabajo. Como los pescadores al cormorán, te pondrán un anillo al cuello para arrancarte del pescuezo  el pez que atrapaste...

Pasará  el tiempo  , llegará tiempos  difíciles, y te echarán la culpa de su  estúpida  gestión...

No te conmuevas, Juan: lee  el salmo 37.

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EL BARULLO: OTRA HISTORIA

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