sábado, 18 de julio de 2015

PERDONARSE.

Un descubrimiento: Dios perdona siempre, pero muchas veces somos nosotros los que no acabamos de perdonarnos a nosotros mismos.

 He pedido perdón muchas veces, ¡muchísimas!, pero hace bien poco decubrí que no siempre me absolví de mis pecados, y por esa razón hago, escribo, y hablo, como lo hago: no me he perdonado todo...

Y hasta que no me perdone de verdad , nada quedará restañado.

Mucha gente sólo se perdona si le perdonan los demás. Piensa más adentro: ¿te perdonas tú?

El perdón auténtico es interno, personal e intransferible. Si nos sentimos culpables de determinados hechos, por mucho que nos perdonen los demás, hasta que no nos perdonemos nosotros mismos su perdón no nos servirá

Sin duda, nos resulta mucho más difícil perdonarnos cuando hemos fallado a nuestros seres más queridos: padres, pareja, hijos...y  yo sí lo hice.

También nos cuesta perdonarnos cuando nos sentimos inseguros y no hemos cubierto las expectativas de los demás, o cuando nos hemos dejado engañar y hemos perdido nuestra dignidad.

Las "buenas personas" tienden a juzgarse con excesivo rigor y les cuesta perdonarse a sí mismas por aquello por lo que no dudarían un segundo en perdonar a los demás.

¡Ojalá descubras lo importante que es para ti que te perdones!

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