Antes o después en la vida de cada persona se concita la experiencia del dolor. Ningún hombre puede zafarse de la experiencia del sufrimiento.
Por muy egoísta que sea y por bien programada que se tenga la vida , nadie puede escapar del sufrimiento.
De una u otra forma, todos acabamos siendo hombres dolientes.
Y ese dolor, si sabemos leer en él, nos redime, nos hace bien, nos hace buenos.
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LA BARULLA: SÍNDROME DE DIÓGENES.
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