A veces parecemos mascotas al servicio de nuestras propias neurosis, que nos gustaría pensar que son Dios. Pero Dios no está allí.
Son las creencias que nos han impuesto.
Nos entretenemos royendo un hueso de plástico que el amo lanza una pelota y siempre se la devuelve con la boca. Da lo mismo que la mascota sea rebelde, apacible, nerviosa, o de esas que al llegar a casa le huelen los genitales a los invitados.
Si te han conseguido educar bien te dirán siéntate, y te sentarás, dame la patita, y te la darán, al suelo, y te irás al suelo.
Un día es posible que caigas en la cuenta que no has hecho nada por ti mismo, y que estás donde estás porque eres una buena mascota.
No pasa nada: ese día lo único que tendrás que hacer es no ir tras la pelota.
El primer párrafo da mucho que pensar. La vida consiste en aceptar nuestras limitaciones, y en el campo del conocimiento tenemos ilimitadas limitaciones.
ResponderEliminarA veces pienso que el único argumento para obrar mal es pensar que no existe Dios y por lo tanto hacemos el primo si "nos perdemos algún placer ilícito" porque nadie nos lo recompensará.
Hay que recurrir a aquello de "aunque no hubiera cielo yo te amara y aunque no hubiera infierno te temiera".
Tal vez lo que nos inculcaron fue una manera de vivir a Dios que ha dificultado esa paz que se puede llegar a sentir en Dios que es Libertad, Amor, Belleza... La gratuidad del Amor, el vértigo de la Libertad, la sacramentalidad de la Belleza...
ResponderEliminarSólo pensarlo un instante, permite percibirlo abstrayéndose mientras se observan cosas tangibles que tienen estas características y nos rodean. Pero...que complicado a veces conseguir observarlo
Buenas noches
Sí,así es.
ResponderEliminarGracias
Sí,así es.
ResponderEliminarGracias