Dijo Pascal que todo lo malo que le había ocurrido en la vida se debía a haber salido de su habitación.
No soy Pascal, pero con frecuencia he pensado que somos niños perdidos regresando a casa, viviendo en el desvarío.
Bien mirado, todos los problemas que uno arrastra a lo largo de estos 58 años que voy a cumplir derivan de haber abandonado la falda de la mesa camilla que había en casa de mis padres , y que yo usaba como tienda de campaña.
El mantel de aquella mesa era de color naranja , y al atardecer , allá dentro, todo se coloreaba de una calidez esponjosa melón . Allí pasaba horas encerrado imaginando aventuras imposibles.
De vez en cuando regreso a esa mesa camilla. No conozco a nadie que sacudido por la rutina y el estrés no piense en su particular cabaña , y desee largarse lejos de todo a retirarse allá.
Es allí, en nuestra cueva de la infancia, en la tienda de campaña de indios que hicimos ,o la de leñador, o la que construimos en lo alto de un árbol , la de la isla perdida...allí quisiera volver.
Porque debajo del faldón de mi mesa camilla era indio, vaquero,pirata, leñador, pescador en el polo.
Repaso mi biografía y recuerdo haber vivido en decenas de casas: grandes como colegios mayores,lujosas como Castelldaura, mágicas como El Llendón...residí en los mejores barrios de Barcelona,Lérida, Tarragona y Valladolid.
He dormido en hoteles de ensueño, algunos muy lujosos,pero ninguno de esos lugares, absolutamente ninguno, se parece a esa mesa camilla, al faldón donde me cobijaba y era el rey del mundo.
La seguridad que sentía se perdió junto a mi inocencia.
Un día crecí y ya no cupe bajo esa mesa. Dejé de jugar y quedé desvalido, a la intemperie, al viento imperio, lejos del mundo de mis sueños, de todas esas aventuras tan divertidas que pergeñaba.
Pero hoy, cincuenta y ocho años después,sé como regresar a esa mesa camilla,levantar el faldón e introducirme dentro, y hacerme imbatible dentro de ella frente a cualquier adversidad que puede suceder.
Esa es la razón de que no tenga miedo a nada, ni a nadie.
Hoy he leído una cosa de Unamuno (https://es.wikisource.org/wiki/%C2%A1Adentro!):
ResponderEliminarEn vez de decir, pues, ¡adelante! o ¡arriba!, di: ¡adentro! Reconcéntrate para irradiar; deja llenarte para que rebases luego, conservando el manantial. Recógete en ti mismo para mejor darte a los demás todo entero e indiviso. –Doy cuanto tengo – dice el generoso; - doy cuanto valgo – dice el abnegado; - doy cuanto soy – dice el héroe; - me doy a mí mismo – dice el santo; y di tú con él, al darte: - Doy conmigo el universo entero -. Para ello tienes que hacerte universo, buscándolo dentro de ti. ¡Adentro!
Que' bueno! Me identifico totalmente con lo que escribes en esta entrada.
ResponderEliminar¡Jero!
ResponderEliminarUn abrazote