Se llama pecio al resto de una nave que ha naufragado.
Soy los restos del naufragio de un pequeño barco que aún navega saltando las olas a trompicones. Sin palo mayor , las velas descuajeringadas, la quilla rota, las bodegas abiertas e inundadas.
En esta ruina que hace lo que puede por no ir a las piedras no hay nada más sólido y estético que esas últimas tablas de madera por cuyas grietas asoman las lagartijas.
Salí vibrante, feliz, tenso , alegre, con fuego en los ojos, del puerto de mi niñez. Todo era luz, azul, alegría. En el lecho de la playa de mi primera memoria, encontrarás el tesoro: a mi de niño , niño sobre la espalda de mi padre haciendo flexiones, la familia regresando de Pineta entre canciones, los recuerdos del colegio de los jesuitas donde me enamoré de Matilde ,una chica de una belleza tímida.
Zarpo rumbo a Barcelona despidiéndome de esa playa . Encallo por primera vez y voy con el barco a las piedras. Todos esos mares de aquellos años de juventud me llevaron de aquí para allá azotado con furia por la galerna de mis pasiones.
Con los restos que me quedaron arribé a un pequeño golfo y encontré un amor que me hizo bueno. Viví en un estado de fascinación permanente. Recuerdo el rizo espumoso de las olas arribando a la playa con un color blanquecino y lechoso.
De ese tiempo no quedó nada.
También hasta allí llegan los huracanes,las tormentas,los tifones, no quedó ni un vestigio , absolutamente nada, : ni un trozo de madera, ni un palmo de trapo de las velas, ni una cuerda, ni el más pequeño objeto .Todo se hundió en el fondo del mar sin dejar el más leve rastro.
Podéis imaginar como salí de allí: todos surcamos un mar , es el más caótico que hay, sede de desgracias y a la vez un ideal de belleza universal...Es un mar interior, lo llevamos dentro como una parte sumergida de nuestro cerebro.
La razón última de la travesía del mar, aunque lo ignores , es la atracción que genera el gran dibujo del horizonte: ¿qué hay detrás de esa línea en la que tantos han desaparecido?
Seguí rumbo a otros mares , solo, desvelado, sin defensas, con el miedo en popa, desnortado, sin estrellas que mirar en el cielo.
Sin bandera, sin jarcias...
Encontré otro golfo, pequeño,estriado como la caricia en la piel que produce el temblor de las olas .
Ya todo da igual. Nos encontraremos más allá de la esa línea que firma Dios en el horizonte.
Mas ¡ay, que no me escuchas!
Pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.
(La barquilla: Lope de Vega)
AQUÍ: LA BARULLA: EL CARTERO
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