La adolescencia fueron los años de la pandilla, que en nuestro caso fue una banda.
Yo pertenecí a dos :la de los amiguetes del colegio de los jesuítas, y la de monaguillos de la parroquia de santa Engracia. En las dos, basicamente, callejeábamos y hacíamos el idiota.
Por ejemplo, se emitía entonces un anuncio en la televisión que decía "fume menos, sabe mejor".
Íbamos por Zaragoza haciendo un tour por todos los estancos que tuvieran una dependienta que estuviera jamona , entrábamos, y preguntábamos:
- Deme un paquete de Menos.
- ¿Un paquete de qué?- respondía la estanquera.
- De Menos, el que anuncian en la Tele, ese de "fume Menos,sabe mejor.
- No...pero no se refiere a un paquete de tabaco...es que si fumas menos, sabe mejor, no sé si me explico.
- No, no- insistíamos- es que si fumas la marca MENOS, sabe mejor que si fumas Ducados,por ejemplo.
Y así nos pasábamos la tarde.
¡Ah , qué alegría fundirse en una pandilla donde la escolaridad no contaba para nada, ¡qué sueño! . Disolverte en ella. y olvidar esa sensación de ser absolutamente ajeno al universo escolar, y huir de aquellas miradas de profesores, curas y padres.
Esa libertad anárquica , ese ir de aquí para allá siguiendo toda la tarde otro grupo de chicas como mandriles más salidos que un balcón.
Éramos como una sociedad secreta donde nunca se denuncian entre ellos, pase lo que pase.hayas hecho lo que hayas hecho. Si ha sido otro el que ha hecho la jugarreta, tampoco se denuncia.
Disfrutábamos al contemplar cómo la autoridad se agotaba en estériles investigaciones preguntando a unos y a otros, buscando al chivato. A veces el profesor decía que todos los alumnos serían castigados hasta que el culpable confiese.
Recuerdo uno, el Batusi,que se lió a tortazos con toda la clase, mesa a mesa, fila a fila, por no encontrar al culpable de una pintada en la pizarra.
Que te traten de cobarde, de ladrón, de mentiroso o de lo que sea, y que un enfurecido fiscal declare públicamente todo el desprecio que siente por los monstruos de tu especie que «no tienen el valor de asumir sus actos», no me afectaba en absoluto.
«Me da lo mismo ", piensas. " Sí, tienes razón, soy tan cabrón como dices, peor incluso, si supieras..."). Sí,tuve la inconsciencia de ir de noche al colegio y robar exámenes, o de meterme en un confesionario y escuchar los pecadotes de un crío al que le dije " ¡joder, chaval, te vas al infierno de punta cabeza!"
Durante unas horas, la puerta rota de la sala de profesores y el robo de los exámenes fueron para el colegio una negra bandera de piratas y nadie, nunca, supo quién izó esas tibias y esa calavera.
Y si acusan a alguien en su lugar te callas. No se denuncia. De esamanera vas creciendo y aprendes a justificar tu soledad y dejas de tener miedo. No bajas la mirada cuando el cura te pregunta . Aquí estoy , soy el culpable con cara de no haber roto un plato en mi vida.: ¡Nadie lo sabrá nunca!
Después, te acercabas al confesionario y te acusabas de haber robado unos exámenes,o de haber absuelto en un confesionario a un crío, y el padre se removía en el cojín y decía:
- Pero, bueno, tú estás tonto o qué...anda , anda, ego te absolvo...
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