sábado, 27 de febrero de 2016

RECUERDOS

Las grandes decepciones hace  que me vaya a sagrado , a las cosas pequeñas de mi vida.. Eso es lo que me sucede  a mí. Vuelvo a escuchar las canciones que me gustaban en mi adolescencia, hojeo viejas novelas con páginas ajadas por el tiempo, me pregunto qué será de aquella chica con la que me crucé una tarde, sueño con barrios que ya no existen, con amigos que he perdido para siempre. 

¡Me centrifugo  pensando en tantas cosas.!

Hubo un tiempo en que mis ilusiones eran conquistar ciertas metas, al lograr cierto grado de bienestar y de reconocimiento. He sido muy feliz con eso, hasta que todo ese mundo desapareció y se rompió como  un pompa de  jabón.

Ahora siento una añoranza irresistible por el pasado, cuando no poseía nada pero tenía todo el tiempo por delante.

Mi mayor placer ahora es  no hacer nada, la ensoñación pura y dura. Mi distracción favorita era la de observar a las personas y las cosas. Cuando era niño, me pasaba horas buscando paisajes que me hacían disfrutar. Recuerdo escapar con Jesús Puertas, un amigo que ya no está, a robar una motocicleta, ir al puente del Ebro, y sentarnos en sus arcos interiores a pasar la noche con los pies colgando al  río.

Y ahora disfruto de los atardeceres rojos de este Valladolid .

No creo que lo que da sentido a nuestra existencia sea acumular poder o lograr un alto nivel de vida material, lo verdaderamente esencial es comprender. Y ello es extremadamente doloroso porque, en última instancia, comprender es darse cuenta de la fragilidad de todo lo que nos rodea. "Venimos a sufrir", me dice un buen amigo. "Lo del Valle de lágrimas es  una verdad como un templo".

Cuando uno se acerca a los 60 años, empieza a tomar conciencia del carácter perecedero de lo que importa, de las personas que jamás volveremos a ver, de los libros que no leeremos, de los sentimientos que no podremos recobrar. Entramos sin ser todavía conscientes en el club de los corazones solitarios.

Recuerdo con extraordinaria viveza, como si hubieran sucedido ayer, cosas que me pasaron hace más de 40 años. Y asocio esa impresión de pérdida a lo que debe experimentar una persona que siente todavía el brazo que le han amputado.Recuerdo mis profesores, mis padres, mis hermanos, compañeros de colegio, antiguos alumnos...

Me gusta retornar a los sitios que forman parte de mi historia. Pero ello siempre me produce frustración porque nunca están como yo me los imaginaba en mi memoria. Todo fluye, todo cambia menos nosotros, que somos arrastrados por el paso de un tiempo que nos destruye. 

Esa conciencia de la fugacidad hace más precioso cada instante porque en él se condensa toda la eternidad. ¡Si supierais lo feliz que  soy escribiendo esto ahora!: hoy Ana  comienza a ser parte  de esa biografía

Así lo expresa de forma poética Sabina:

“Hace tiempo que el tiempo
ni es oro ni cura el dolor
Hace tiempo que todo es mentira
hace tiempo que el mundo no gira a mi alrededor”

-------------------------------
STAZIONE TERMINI.


3 comentarios:

  1. Media vida soñando lo que haremos cuando suceda esto o lo otro, cuando sea mayor de edad, cuando tenga coche, trabajo, piso, mujer, hijos, ...... y lo que nos queda rememorando lo "felices" que nos parecia que eramos cuando ansiabamos todas esas cosas que llegaron .... o no. Olvidando lo esencial que hay que vivir el presente ¿alguien lo hace?
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Suso: ¿estoy en lo cierto al pensar que no estás ya tan solo?

    ResponderEliminar
  3. La memoria nos sobreviene, como la sobada magdalena de Proust. Pero no son solo los recuerdos, también los olvidos. La conclusión es que tenemos que ser felices hoy y ahora, o nunca lo seremos (ni lo hemos sido, tal y como Anónimo apunta). No fuimos felices o seremos felices: somos felices.
    Otra cosa es que te hagas a ti mismo una "Ley de memoria histórica", a lo Orwell 1984. El Ministerio de la Memoria: que te diga de lo que te tienes que acordar y lo que debes olvidar, que manipule tu pasado y tu futuro a la conveniencia del que gobierna y para su mayor gloria. Y un montón de borregos ignorantes gastando millones para implementarla. Un buen amigo, nacido en 1970, me comentaba el otro día lo mucho que sufrió bajo la dictadura de Franco. Y lo cree sinceramente.

    ResponderEliminar