Cada uno entiende los signos que le han enseñado.
Otro tanto ocurre en el arte. El valor de una pintura no reside en la calidad de la tela y los colores; los componentes materiales del cuadro son portadores y transmisores de una idea. Y esa idea es una imagen interior del artista. El lienzo y el color permiten la visualización de lo invisible y son, por lo tanto, expresión física de un contenido espiritual, metafísico.
Incluso esa obra de arte trasciende al autor, y es cada individuo el que alcanza nuevos significados, más allá del artista. En la música esto es muy llamativo: Bach tiene millones de interpretaciones, cada una con su propio sentir.
La Naturaleza también se nos manifiesta, para el que lo sabe ver, con significados que le trasciende.
Muchas parábolas de Jesús tienen sentido partiendo de la naturaleza: el campo, las flores, el trigo, la cizaña, las aves, el sembrador...
La enfermedad es forma, que se presenta sin significado. Pero ese absurdo es sólo aparente.
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