Voy a Misa de ocho de la mañana a los agustinos. Voy sólo a estar contigo. Todavía ando lejos de tu orla. Aunque la tocase no creo que te dieses cuenta de quién te tocaba.
No consigo rezar, como siempre. ¿Qué es rezar?. Rezar es hablar con Dios, enseña el catecismo. Pero el evangelio dice que Dios, que ve en lo escondido, ya sabe lo que necesito. Me dejo querer. ¡Que haga conmigo lo que quiera!
La gente en esta iglesia es monótona en sus costumbres, rezos, y ritos. Vidas sin penas ni glorias. Varias de las mujeres tienen el sello de la prelatura: limpias, asexuadas, piadosas, sin ningún elemento de gracia perceptible. Recuerdo al doctor M. , quejoso ante la entrega de sus hijos a un Dios que les había uniformado de tal manera que le costaba reconocerlos en su infancia:
- ¡Entonces sí eran todos distintos!...¡y ahora se parecen todos tanto: los mismos consejos, las misma frases.
Desayuno un cortado leyendo el Mundo. La señora del local desprende una lozanía aniñada y manzanera, un tanto barnizada.
Regreso a casa. Escucho música. Leo. Escribo. Recuerdo.
Como en el CDO , un gimnasio de aquí al lado. Hay algo de tontería y de pijería , de quiero y no puedo en su clientela. En frente come una pareja joven. Ella es de una belleza rubia impenetrable e indescernible .
Por la tarde me invade un sopor pesadísimo
La tarde me pillará solo, otra vez. Caerá con una vaguedad espesísima.
Antes de retirarme una copa con el señor Ussía, pariente del escritor. Lo conocí ayer. Curioso personaje venido a menos.
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