No hay conocimiento fuera del amor.
Donde no llega el amor está lo
desconocido, el exilio.
En ese exilio viví muchos años...podía
reconocerte porque siempre soñé contigo, aunque no supiera
exactamente como eras, ni como te llamabas. Eras la que un día
aparecerías a la vuelta de la esquina, o en la barra de un bar, en
una estación de tren, en la cola del cajero, o en un supermercado.
Te adivinaba ya desde hacía mucho
tiempo, en el frescor de las madrugadas andarinas, en el goce de la
lectura de un buen libro, o en mis tristes silencios. Eras la
esperanza de las grandes cosas, la belleza que vendría.
Aparecerás.
Quien no ha conocido el dolor de una
ausencia presentida nada sabe del amor.
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