Una de las últimas novelas de Camilo José Cela, o incluso quizá la última, trataba de un pobre diablo que suicida abrumado por una citación judicial que le ha mandado un juez que, unos años antes, había estado rezando al Espíritu Santo para sacarse las oposiciones. Hay gente que recorre el Camino de Santiago como voto a Dios por haberle concedido la gracia de aprobar unas oposiciones. Luego hay otros que rezan a Dios y hacen exvotos a cambio de partidos de fútbol ganados. Efectivamente ése no es Dios, sino un ídolo que nos hacemos a nuestra imagen y semejanza.
Pero luego está el horror y el absurdo, situaciones terribles que nos llevan a pensar que, si la realidad es ésa, entonces da igual que Dios exista o no exista.
Cuentan de uno que cada día rezaba para encontrar aparcamiento al lado de su casa, y así no tener que caminar.
Pero cada día, cuanto mas rezaba, más lejos tenía que aparcar. Y cada día le tocaba caminar más y más. Al poco, se enteró de que tenía una afección en el corazón, y que lo que le convenía era precisamente caminar.
Ese sí es Díos. No te da tanto lo que le pides, sino que te da lo que realmente necesitas...
Una de las últimas novelas de Camilo José Cela, o incluso quizá la última, trataba de un pobre diablo que suicida abrumado por una citación judicial que le ha mandado un juez que, unos años antes, había estado rezando al Espíritu Santo para sacarse las oposiciones. Hay gente que recorre el Camino de Santiago como voto a Dios por haberle concedido la gracia de aprobar unas oposiciones. Luego hay otros que rezan a Dios y hacen exvotos a cambio de partidos de fútbol ganados. Efectivamente ése no es Dios, sino un ídolo que nos hacemos a nuestra imagen y semejanza.
ResponderEliminarPero luego está el horror y el absurdo, situaciones terribles que nos llevan a pensar que, si la realidad es ésa, entonces da igual que Dios exista o no exista.
Cuentan de uno que cada día rezaba para encontrar aparcamiento al lado de su casa, y así no tener que caminar.
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Al poco, se enteró de que tenía una afección en el corazón, y que lo que le convenía era precisamente caminar.
Ese sí es Díos. No te da tanto lo que le pides, sino que te da lo que realmente necesitas...