Fui a Zaragoza . Cuando voy allí estoy en mi casa. Toda esa ciudad es la memoria de mi niñez y adolescencia.
Llovía. Mi madre me dijo "toma este paraguas, era de papá". Mi padre falleció hace ocho años hace unos días.
Salí a andar hasta el Pilar.
Mi padre era un señor, y lo imaginaba andando bajo la lluvia con la mano empuñada al bastón de madera. Esa mano que jugaba en el garaje de casa a pelota vasca , que gustaba de hacer varas de boj, o de avellano, para caminar , que disfrutaba en el taller de carpintería elaborando rosarios de madera, o sillas. Manos que dibujaban en el despacho planos del chalet que no llegamos a tener. Manos que nunca hicieron daño.
Acariciaba el mango imaginando la sombra de mi padre como una presencia angélica. Sentía el tamborilear de las gotas en la tela negra, y el reflejo de la lluvia en el gris acerado del asfalto.
Mi padre.
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