Esos casos de corrupción que salpican el paisaje político de todo el mundo demuestra que la función pública está dañada en origen. Se pongan como se pongan , la clase política está podrida en origen. Y serán excepciones los que defiendan lo contrario.
Estamos ante una enorme agencia de colocación.
El mismo tufillo siento cuando esa corrupción aparece en la iglesia, en las artes, en la literatura. Esa gente que lideran la honradez pública , que tienen millones de seguidores haciéndose dioses a los ojos de la gente sencilla.
Es como si el piloto del avión que vuela averiado , echando fuego por los motores , y una cortina de humo que anuncia que se va a pique. Y el piloto informa a los pasajeros de que, "lamentablemente, no hay paracaídas para ustedes".
Y en ese instante , los viajeros observan desde la ventanilla del avión que el piloto ha saltado por la portezuela en un maravilloso paracaídas , con la linda azafata abrazada a él . Se les ve cayendo felizmente sobre un fondo de cielo azul lila , entre nubes blancas como la lana, despidiéndose alegremente del avión y de sus pasajeros que, aterrorizados , se aferran desesperados a la butaca, como insectos apunto de sentir el chasquido de la punta de la bota de Lucifer.
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