domingo, 17 de enero de 2016

UNA TEORÍA DE LA FELICIDAD

A veces  pienso  que   ser feliz consiste en no darse cuenta de que uno está viviendo. O, al revés, estar viviendo sin darte  cuenta  y , derepenete, depronoto, observar la magia   de ese rostro, de aquel  paisaje, de una palabra  descubierta al azar, o de ese  aroma.

Es  como cuando  uno vivía  y  sólo tenía un rabito. Antes de  que me dijeran "esto es pecado, se llama  "pensamiento impuro", o esa cosita no se toca, o cualquiera de las normas  que me tatuaron en la nuca de  la  conciencia para siempre  .

Cuando era  un Adán antes  de  la caída  ,  un chimpancé inmortal que iba de rama en rama comiendo  bajo la complacida mirada de Dios. No le sucedía nada, de modo que en esa etapa de inocencia ese hombre era muy feliz, e  iba tan  pancho   ante un paisaje de escaparate de  Viajes Halcón.

Cuando  mi memoria se confundía con la sonrisa de mi madre , o la voz de mi padre llorando al cantar "La Paloma", y Dios era un padre bueno , buenísimo , y María me quería  sin echarme  en cara  mis trastadas.

¿Cuándo he sido  realmente feliz? Sin duda durante esos años, en que no me  pasó nada. Ni bueno, ni malo. Esos paréntesis  cerebrales sin historia constituyen la   felicidad. 

Tal vez  el vago recuerdo  de aquellos días  en primaria, una esfumada imagen de un chaval besando  su imagen en el espejo de la adolescencia,  un cierto perfume en el cine Venecia , la canción de moda de un verano , probablemente sería Mami blue , que sonaba en las  fiestas de Bielsa , el roce de la goma del sostén de una muchacha cuyo  nombre olvidé. 

O la silueta anfibia  que tirita en el río de mi  memoria y que se ha ido con el viento. Esa  lluvia   de la tormenta de verano , que desaguaban los canelones del  del Hotel Vidaller,  mientras leía en un trastero números retrasados  del Reader Digest .

 La felicidad suele involucrarse con la nostalgia, pero no es la nostalgia, sino el lado oculto de la conciencia, esa  zorra que alguien prostituyó cuando era un crío.

Si me preguntas qué  busco , te diré que quiero morir  y estar contigo para siempre.

Lo demás, bueno, importa  más o  menos.

1 comentario:

  1. La verdadera felicidad es incondicional, no depende de las circunstancias. Si te pica una abeja, duele realmente, el dolor es real, pero eso no te hace infeliz.
    Si tienes un disgusto del tipo que sea, duele realmente en el alma, pero eso no te hace infeliz.

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