martes, 29 de diciembre de 2015

SECRETOS INCONFESABLES.

Hay pecados  que son delitos, y los delitos  se denuncian.

Yo , y como yo varias generaciones, fui acosado  por dos religiosos. Uno te acariciaba la carita   y metía  la mano en la pernera del  pantalón corto a sobar mollar del glúteo.

El otro invitaba a ir al cine  y allí  en el NODO posaba la zarpa en la entrepierna y te susurraba "¿te gusta la película?.

De los dos salí más o menos indemne.

Tuvo  que  ser  Ratzinger el primer Papa que pasó la vergüenza  de pedir perdón en nombre de la Iglesia urbi et orbe,y denunciar a esa chusma animando a hacer lo mismo.  Recuerdo que  no todo el mundo  lo entendió.

Hasta entonces , para la Iglesia católica un clérigo pederasta que corrompe a un número de chavalines  sólo es un pecador, no un delincuente. Si se descubría su vicio nefando, los superiores  preocupados por el escándalo que pueda causar entre los fieles su conducta desordenada, trataban  en primer lugar de encubrirlo.

A veces lo llamaban  en secreto a consulta y le preguntaban "¿quién más sabe esto?" .

El hombre lloraba, se sinceraba, pedía perdón de sus pecados ,  y si el caso ha sido muy sonado, le obligaban a marchar muyyyy  lejos.

Por muy execrable que haya sido su pecado, si se arrepiente, quedará absuelto mediante una penitencia  más  o  menos dura.  

Una cosa  que siempre  me llamó la atención  es la facilidad con la que la iglesia perdona estos pecados: tantas veces como vuelva a echarse otro monaguillo a  la bragueta , siempre que repita el acto de contrición después de cada caída.

Jesús habla de atarse piedras al cuello y de echarse al mar.

Todo  esto  da  mucha pena.

 La jerarquía eclesiástica  y de cualquier  movimiento , debe saber que hoy, antes de hablar de la fe, hay una cosa muy elemental que cumplir: en lugar de encubrir, absolver y mandar al corruptor de menores a no se sabe dónde  para que haga penitencia, que no la va  hacer ,  su deber es entregarlo a la justicia ordinaria con el mismo celo con que lo hace con el ladrón que descerraja un sagrario y roba un copón  lleno de  hostias.

De repente  sucede  que la biografía de esta gente  se interrumpe de una manera brusca  . Como ese avión que deja de emitir señales en pleno vuelo y los controladores ignoran dónde ha ido a caer. No hay cajas negras  que guarden el registro de las últimas  conversaciones de  estos tipos porque alguien no quiere darlas a la  luz pública 

¡Cuántos  secretos vergonzantes   guardan los  sepulcros de muchos curas!



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LA BARULLA: MUÑECAS RUSAS.

4 comentarios:

  1. Las comunidades religiosas son, o pretenden ser, como una familia, y por ello es absurdo pretender que entreguen a los pederastas "a la justicia ordinaria". ¿Entregarías tú a un hermano tuyo, a tu padre, a la justicia ordinaria si le pillas haciendo estas cosas?

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  2. De la foto, me ha impresionado el nicho con rejas.

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  3. No estamos hablando de sisar en la compra, o pasarse con las copas o fumarse un porro, estamos hablando de joderle la vida a un crio,asi es que ni familia ni gaitas. Por otro lado en muchas comunidades es de aplicacion la frase de Voltaire " se unen en comunidad sin conocerse
    Viven sin amarse
    mueren sin llorarse"
    Hasta Voltaire en ocasiones tenia razon.
    De todas formas no quiero ni pensar las salvajadas que le podria hacer a un elemento que abusara de mi hijo, poco me parece entregarle a las autoridades.
    Un saludo

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  4. Recientemente tuvimos un caso de abuso sexual por parte de un sacerdote en el círculo de conocidos, y desde luego que, incluso por el bien de quienes abusan, lo único que cabe hacer es denunciar.
    Pero dejando esto bien claro, y sin eximir de culpa a los delincuentes, también tenemos que pensar que si los abusos sexuales, intentados o consumados, son relativamente tan frecuentes en esos círculos, es que algo falla estructuralmente. Que la sexualidad, si se reprime, se desvía. Los sacerdotes peredastas no son peredastas que luego se ordenaron, sino hombres como nosotros que, a fuerza de represión, se dessencauzaron. Por muy justos y merecidos que sean los castigos, ésa no es solución a la larga. ¿Quizá el matrimonio sacerdotal? Con la perspectiva de trabajo fijo, qué pronto se acabaría la falta de vocaciones!

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