jueves, 17 de diciembre de 2015

SUSÍN.

Habían traído de regalo un cerdito  a casa y en el patio los niños jugaban con él. 

De color rosa, el cochinillo  sólo despertaba ternura. Él  gruñía , los niños reían , y el perro, que también se había incorporado a los juegos, ladraba. 

Durante unos meses fueron todos muy amigos. Mientras los niños estaban en el colegio el perro cuidaba del  lechal , le seguía danzando y correteando   por el patio,  le lamía las paticas con todo el cariño, y cuando los niños regresaban a casa  corrían a acariciarlo.

El  gorrino era parte del paisaje de la casa. Con el tiempo este ser delicado fue engordando  y muy pronto sus muslos tomaron cierta consistencia. 

Todos sabían el destino de "Susín" , que así le llamaron. Susín era su  juguete.

Juntos habían compartido risas, , carreras, ,  caricias, hasta que una víspera de Nochebuena  Susín no estaba. 

A la hora de la cena la madre sacó una bandeja de plata y en ella  estaba Susín, de una textura crujiente y tostada , abierto por la mitad desde la cabeza hasta el rabo, con unas hojitas de laurel como colchón...

Se lo zamparon hablando de que si tal , que si cual, sin una mención  al  amigo rosa. 

La vida es así. 

Con los restos del cochinillo la  señora preparó la comida del perro y éste en el patio se  mostraba feliz y azorado  esperando el plato. El  momento más  feliz en la vida de un can es cuando intuye  que le traen la comida.

Cuando  lo vio  en el suelo el perro se abalanzó sobre él. 

Pronto el animal saltó aullando, aterrorizado , dando un brinco  hacia atrás apenas olió  las viandas. Se negó a comer. Sentado junto a los restos de su amigo comenzó a dar largos  ladridos lastimeros .

 La vida es así, ¡qué le vamos a hacer!.

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LA BARULLA: SOBRE CÁRCELES

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