sábado, 23 de abril de 2016

PABLO IGLESIAS

En el  callo  cerebral de  Pablo  Iglesias anida el huevo  del fanático. Hemos visto antes esa  retórica donde  se confunde hechos y opiniones. Todo con ese  tono demagógico  que   "campañas" e "intoxicaciones" de "la casta" y de "las élites", o atribuyendo las críticas a una derechona paranoica y vociferante o a una izquierda enmohecida y opuesta al "cambio". 

Iglesias  suelta  idioteces a  diestro y siniestro , pero las pronuncia lentamente como enseñando  al que no sabe. Entonces esa idiotez adquiere la sonoridad de Sófocles. Con la coleta  en ristre, andares achulados, sabiéndose  el  más  listo de la clase ,  las palabras banales alcanzan mucha profundidad y no menos espanto.

La soberbia  siempre ha sido  una  discapacidad, y en este hombre  paralizante.

 Los  hombres  para imponer sus ideas se han servido tanto del disfraz como de las armas. La coleta es un disfraz en Iglesias, y el arma es el insulto, la humillación, la  vocalización teatral  que  escupe  las sílabas.

Antes  se ocultaba   el brujo  detrás de máscaras de animales, los hechiceros bailaban junto a la hoguera simulando una cacería, chillaban y  profetizaban   la destrucción a sus fieles. Luego los sacerdotes se han adornado la frente con grandes cornamentas y a través de la historia no han cesado de lanzar comunicados llenos de amenazas y consejos, mientras también danzaban y el infierno se hallaba a disposición de los fieles. 

Los payasos se maquillan   y pintaban muecas  en la cara. Los jueces se han vestido con pelucas  blancas, puñetas y faldones  y  dictaban sentencia a golpe de martillo de madera. . ¿Qué sería de la moral sin la liturgia y del veredicto sin los negros ropajes? 

Iglesias  sube al  podio del  Parlamento  con el uniforme del incendiario . Ninguna máscara griega puede   compararse con el morreo  de Pablo a Domenec , y  la bronca  incendiaria  sermoneada  al pobre  Sánchez, tan poquita cosa, el  pobre. 

La luz que desintegra a Drácula es la misma que aniquila a este gañán que  bendice  la capucha  de los etarras, y los  ahorcamientos  de maricas en Irán.  . 

A Pablo no le gustan los periodistas, ni la libertad de expresión, porque sabe  que el arma de la libertad, que es el ácido más corrosivo.

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EL BARULLO: ZARAGOZA

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